lunes, 14 de mayo de 2012

Límites (capitulo lV de Dislocaciones...)



DIALOGO CONMIGO MISMO. ¿A quién hablo? Surge la voz, maquinal, gaseosa, grave, siempre en el aire: <<le hablas a tu pervertida ciudad. Persuádete que tienes enfrente a tu enemiga>>.


El hombre parece elevarse; regresa a lo animal. Lo que lo humilla puede ser el hilo –como aquel de Ariadna– de su posible salvación, preso en el dédalo eterno. (vano intento, acéptalo).


No puedes, date cuenta, ser edificante. Seamos hegelianos: espíritus olímpicos, sabios y tranquilos; leamos los periódicos para ver como va el espíritu. Sin embargo habrá que maldecir, que se explore el texto (pero lo sabes no es solamente el texto, es el mundo).


Madrugada: todo se confabula: vírgenes del cielo, muertos, la ciudad tartamuda y una que otra de sus voces malditas –––no todas. Sabes de los muchos ojos de la cola del pavo real (Ares, dios). Pues hay quien todo lo ve y todo lo revela.
El mar profundo y preceloso se levanta, colma mis oídos. Todo regresa al orden y al silencio.

Dijo una voz anónima que nunca había escuchado y que me interesó: yo afirmo mi verdad y pongo por delante tres puntos suspensivos…(me quedó doliéndome el cerebro, pues sé que dijo más, que más guardaba)



                                                                                                     del que no se supo nada fue de Rulfo
                                                                                                                                          Gonzalo Rojas

Rulfo lo dice claro desde ahí: <<era imaginable>>;  dice otro: <<aquí faltan palabras>>. Puse en la tornamesa La pasión según san Juan y lo invité a escuchar. Gruesa le pareció, muy material y tosca. Debe de haber ahí algún fino silencio para algunos; ahí mucho ya debió olvidarse.
Escribo: me detiene su mano: <<de mí no hables>> (¿Quién podría hacerle caso? Eso es revelador. ¿Cerraré esa puerta?)



Violentar al ente, el pavoroso, el que somete, como la Institución del hombre. Tomas entonces tu lugar verdadero, el más desnudo, el pegado al hueso.
Y como el pez aquel, sales a la calle, que te vean. ¿Qué podrías esconder? ¿Y a quién le importa? ¿Y qué te importa?



Note usted: Tierra: serpiente; manzana: conocimiento; perdido paraíso; impulso: búsqueda (en lo alto y lo pequeño); libertad:
nada; esperanza: fe: acción.


El mundo aspiraría a la extensión. El Demonio edifica. El mejor mundo es el que regresa y que recoge (un libro no tiene otro sentido).


Haber estado en las entrañas de la Bestia (la real y la otra metafísica) sus mil cabezas subyugantes y sus muchas palabras. Era imposible que ella te aceptara en sus entrañas, en sus jugos internos. Antes de vomitarte y en un acto desesperado le arrancaste algunos de sus nervios. Los ves ahora: mira el microscopio. Nada encuentras, pero te envuelven sus fétidos olores, a los que por tu bien, debes acostumbrarte…


A Montaigne todo se le olvida, tiene que releer, felizmente (no lee más de una hora, se cansa). Dice lo mismo Arreola. ¡Que milagro prenderse de algún texto media hora; ¿todavía encuentras placer en la poesía? Pues posees la gracia, y agradécelo.


Goethe en mi juventud era una sensación (no lo había leído); sensación ignorante. ¿Por qué ahora (tres libros) no deja de ser lo mismo: una sensación, que se quiere menos ignorante. Antes pertenecía al misterio ¿pero ahora?


<<Aquí no suceden cosas de mayor trascendencia que las rosas>>. ¡Como quisiera poder construir un Nacimiento como lo hacía el poeta del verso! Como decir: <<Lo que diga el poeta; pondré el mar a la izquierda>>. Como quien hace un cuadro. Pero entiende: ¿podrías atender al decir y a la forma? ¿podrías regresar, ir atrás en Espíritu?. Ahí hay un problema. Mejor pierde en Espíritu y ve de juerga con el primer borracho que te encuentres…


Investigo: un desolado corazón aparece en mis ojos. Rubor en mis mejillas. Tiene esperanza. Pero rige la razón, nunca bien explicada. Mira las manos. Nada ya puede hacerse. Jamás los tatuajes de otra piel vencida, la posible ternura. Sigue tu camino, el de todos los hombres.


Lo podría ver un dios benigno: carne inocente de vida y de deseo, eso es un hombre. Si los peces se levantan y vuelven a caer porque dialoga el hombre, puede ser que en lo alto algo exista. No dudes, no puedes ya tener angustia. Cúmplete: ve a los hombres.


El extremo Epicuro que domina ¿nos domina? El que escupía aun sobre la moral si placer no le daba (si has de tener riquezas; también tienes amigos: repártela). Del deseo, aléjate. No hablemos de Epicuro, el que llevamos dentro.



Te presenta la vida la secuencia inmediata, la siempre milagrosa, pues vives La Aventura (papeles, papeles y papeles). Sólo pareces merecerte –lo ves– dos cuerpos enlazados pero armónicos. La pareja esencial en una danza, la inicial y que se quiere eterna (todo el arte). El dolor, la pesadumbre ¿será el verdadero ritmo?



Voces que te obligas a oír. Vienen de alguna parte; podrías ubicarlas en algún horizonte: <<Una cuerda, una cuerda para ***, para que el estúpido se ahorque>>. Naturalmente de mujer. Esas que saben claramente y, llegado el caso, apenas eres entrevisto, suelen despedirte con una franca y rotunda mirada de desprecio (se agradece).



Atender al carácter sagrado de las manos en las huellas de la cultura náhuatl: las corrientes de signos surgen de ellas. <<Las manos están siempre muy detrás de los templos>>.
Visión: Una mano enguantada carga al mundo, encerrado en una bolsa.
(no les creas a los dioses)



Un poeta del Norte, cuando alto, siempre mira hacia el Sur, atenta su mirada. Recorre las aldeas, mira siembras y otea por las ventanas queriendo penetrar sus interiores. Utensilios valora, de barro, de caña o de madera. Se detiene a mirar los motivos bordados que llevan las mujeres en sus faldas; sus pies mira, empolvados, partidos, pegados a la tierra; los pies desnudos de la tierra.



Me río, con cierta contención con dos o tres amigos. Hablamos de mujeres (recuerdo una mirada de Kundera sobre ellas; la de ese hombre –médico– que limpiaba, por ser un disidente, cristales en la Praga socialista. Miro mis fracasos; también puedo reírme, pero, ni con ellas ni de ellas. Extraños seres. No son hombres. Más, debieran ser más, siempre. Me río con dos o tres amigos de todos mis fracasos.



Habrá una forma de amar en cada órgano del cuerpo: de hígado, de riñón, de corazón… De este hay que dudar, suele ser limitado; de manos, de pies y de rodillas (éste es iniciático, enérgico, pero humilde); el cerebro no ama. Prefiero, aspirando ser uno con los otros el de pies y el de manos. No seamos excéntricos, amemos con las manos.

Al traer hasta el presente los atroces hechos de la historia –––aun la demasiado celebrada Revolución Francesa. Debe decirse: yo lo hice. No volveré a repetirlo.



<<Ve a los hombres, para eso te dimos pies; habla>>. Me dieron un plazo perentorio. Todos tienen razón, incluso los nebulosos dioses.


La muerte puede ser tu comunión sagrada y compartida –––quizá por eso. Todas las voces, las miradas, tendrían en ese momento que expresarse. Dales su última oportunidad, dátela. No seas como el elefante, el que lanza su último y enérgico barrito y se va a morir solo. Déjale a él, sólo a él esa gloria, debe ser bien ganada, tú, ¿qué sabes? Es más sabio. Recuérdalo. Lo sabes.



De Francia salió y del poeta más rebelde: <<Hay que matar a Jesucristo definitivamente>>. Algo sabía este poeta de luchas espirituales; habló de eso. ¡Que celebrada fue la frase por todos los poetas de la estancia! Pues la Institución poética de la que hablo parece inatacable. (Hölderlin se ríe y mira hacia la Galia).



(Debiera dedicarme a registrar todas las frases de los poetas maledicentes y rebeldes –––y a su modo, también iluminados. ¡Ah los inofensivos poetas que se exceden y exudan sus humores en frases excelentes! ¡Poetas maldecid desde la tumba yo sabré registrarlos!)


Buscaré un libro alegre ¿dónde lo encontraré? Dijo Julio Torri: las letras están pobladas de pensamientos torturados (…) vuelven más desagraciados a los hombres ¿Dónde lo encontraré?


Swedenborg:En esta ocasión yo lo vi
(…)e inmediatamente se hundió
Borges    
<<Si hubieras visto lo que vi estarías harto. Que los hados te llevan a encontrar tu camino>>. Fue lo último que dijo el griego Heráclito y desapareció. (en el aire)


He de decir que sólo leo una breve insinuación, una antífona de un capítulo del viento (Palinodia: los libros que quisiera leer, no son del cielo, son del viento).



Si miro la colina apenas arbolada, digo: no merezco este mundo. Si paseo la mirada por el hombre: no puedo ser del mundo. Los hombres que interesan son los que te observan, silenciosos (meditan, imaginan. Ven todos tus deliquios, pero guardan silencio) los evitas.


Bretón me habla desde el fondo de un pozo, con la ética, la razón occidental en el bolsillo; los sueños, lo irracional, sagrado, escondido en el otro (tragaré saliva una vez más; este es un diálogo estúpido, uno más)


Si una batalla antigua jamás pudo ser bella, aun cuando Homero la canta ¿Qué diríamos de las maestras, las de ahora? Somos no más que una siempre, futura, repetida degeneración (dudo). Hemos perdido la inocencia.


Fauna sagrada hacia el amanecer. Ahí está la serpiente, la tortuga, la araña, el pez, el pajarillo… Pero ¿qué hay en el aire? Bueno, lo mismo que en mundo, y algo más si bien en otro orden; pero ¿que signo es ése?


Animarse: ¡Es bello el mundo, incomparable! (¿sinceridad? ¿entusiasmo? ¿responsabilidad?)
Notas falsedad en la frase. Notas la impostura. Aparece entonces, para poner todo en su justo lugar, en la comisura de los labios, extendiéndose, la imborrable, infinita desgracia; siempre del lado del más llorado de tus muertos.


Recuperar el momento inicial parece una obsesión. ¿Qué se descubriría? ¿Sabríamos de lo posible trágico? (Al cantar, qué poco es un poeta). Mas sabe, debería ser un Canto, si bien alto. Liberación de la garganta. Cuerpo. Danza total y armónica. Un desafío. Eros vivo.


Ríete, ríete, bien te hace. Solo o acompañado, bien te hace.


Se sentía idiota al leer periódicos––– eso a los veinte. Luego sería traficante de esclavos. Más: <<esos libros sin interés. (…) Reclutas de buena voluntad(…) ignorantes para la ciencia, hábiles para el confort>>. No lo quiere el cielo (esa parte que parece responsable: más Bossuet que Pascal).


¿De que genio hablaba en Genio? ¿De él, de su santidad; de ese Cristo que suele presentarse y que no habla? <<Él es el afecto y el porvenir (…) de pie en las rabias y los hastíos. Él nos ha conocido a todos y a todos nos ha amado>>. Alguien dijo, no se quién: genios los invisibles.


Así iniciaría la modernidad: <<al investigar la naturaleza somos panteístas. Al escribir somos politeístas, en la moral monoteístas>>. Mucho es decir eso de panteistas. El Dios de Spinosa, sin Espíritu, nada dice. De Nietzche, el Superhombre fue un fracaso. Todo, hoy <<es una ensordecedora negociación de bien, mal, política y moralidad>>.


Tunick en Ámsterdam. Frisos: cuerpos seriados, repetidos, nunca iguales; presencia humilde, misteriosa, grandiosa de la carne, desnuda entre las franjas de concreto. Alternadas: piedra y sangre. Importa la figura del hombre y de la mujer. Levanta uno la mano; hay otro junto a él, más moreno o esbelto, nunca igual (quizá no menos bello). Me corrijo: estos cuerpos al parecer en serie, pero no repetidos, siempre únicos, no serán lo obsceno; son lo múltiple (mirar en el detalle la belleza, es el hombre).


Una vez más lo irracional, ¿sagrado? Peor: ridiculizado. Negado, buscado, reducido, anestesiado. Negarlo la razón ordena. La razón crea, prolifera. La razón ha liberado al hombre. La razón bastaría para poner orden en la Casa. ¿Basta? Puede bastar. Para qué continuar este párrafo. Digamos que vamos bien; que bien andamos. Dejemos la irracionalidad para el sufriente.


De algún lugar traduje The Monther’s  Song, poema anónimo esquimal. Vi a una mujer, su hijo, el entorno, el viento y los perros bajo la tormenta: las cosas esenciales que pudieran definir el mundo. Vi. Imaginé. Eso es la poesía. Ver más allá de lo que fijan las palabras. Luego me detuve en algunos orientales (pocos). Esa era una poesía sin patria y sensitiva; era sólo ella misma. Pensar en mi país, la boca seca, parecía consumirme. Abandonaría mis obsesiones y reclamos tal vez mal dirigidos. ¿Podría al fin liberarme? ¿Lo vería?


La constante de un hombre en situación de Espíritu, cuando contempla el mundo (el yo enfrentando a todos sus fracasos) será un siempre repetido tragarse la saliva.


La vida exige vivir con más violencia —pero en el pensamiento. Te obligas así a afinarte en la forma y en el gesto.


Trastocar la forma sólo se hace a partir de una pasión insana.
Entonces te das cuenta: la progresión del mundo sólo es eso.

Les serpents violets des revês (…)
Mes desirs couronnés de glaives
Maetertinck


La serpiente no será metáfora. Va el documental televisivo implorando calle. Mejor Esboso de serpiente. Mejor las tres palabras del griego premio nobel; mejor Bataille con su pregunta financiera (en el mejor sentido) “¿para quién  son esas dos serpientes?”. Mejor  Lautreamont “prefiero una serpiente enlazada al cuello” –– siempre contra Baudelaire. Mejor Bretón “las serpientes
( …) están dispuestas a llevar a cabo su conjunción con la boca humana”.

Tempestuosa:
¿Qué me importa la tempestuosa contingencia? Que la penosa voluntad presida ¿Para qué ir más allá? ¿Para qué interesarse? Eso es de locos, de alguien que ha perdido el juicio.


Sí, una sana anestesia. Un bien pensado adormecimiento. Lejos la sabiduría oculta. Ha enseñado. Si digo: el semen es sagrado, digo todo. La Inteligencia, *
esa, sólo pide alabanzas. Mas un poco de gracia, un poco de armonía.


 tener en la mano, completos (y no sólo en la mano) los conceptos griegos, teúrgia, Hýibris, poiesis, Musa, cibila, Physis… E infinitamente  despedirlos, despedirlos sin ningún desespero, sin ningún desprecio, sin ninguna culpa.


Gozo y desesperación. Fatalidad de una pretendida mística (ahora). La tinta y el papel sería su mejor destino. <<Quédate con tu Espíritu>> ha dicho casi descompuesto Esa parte del cielo que escucho pegadito a la tierra.


Caminaba solo por la tarde saludando a los pocos vecinos. Parecía obligado a saludar y a ser amable. Secretamente despreciaba.
–¿Había alguien que llegara a él?
–No nadie.
Le faltaba su última resurrección.
Ahora paradójicamente, ya no sale.


La poesía, una canto pero ya sin atender a las palabras. La agradecen los cielos y los muertos.


Una contradicción más —y que no indico— ahora que releo a Góngora, el oscuro (Casa, bienaventurado albergue a toda hora), el que sólo salía por las noches para que no le notaran, en el día, los agujeros de su capa rota.


Se cumplen los destinos de los hombres. Eso se presiente en la infancia. La sangre escribe y deberá escribir. El salvaje destino se cumple. Aquellos regresarán en cada libro abierto. También repasarán tu oído, en el aire y las voces de los muertos.




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*Heráclito dice que Zeus no quiere llamarse Zeus.


Entre más aridez, soledad y dolor ves en el mundo, más estas obligado a ofrecer alegría.













Por favor, por favor un poco más hacia la izquierda (dicen: un concepto espacial). El semen es inatacable…


Un hombre junto a otro y frente a otro, y no el terrible, por lo que genera, interminable e inútil soliloquio. (Hablo de política y por favor al salir ni apagarás la luz ni cerrarás la puerta).














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